domingo, marzo 26, 2006

El Mito de Atalanta


Atalanta, célebre por sus pies veloces y su belleza salvaje, vivía y cazaba sola en los bosques. Un día, al consultar el oráculo de Apolo, el dios le indica que se abstenga de tomar esposo, pues le traerá la desdicha. Desde entonces, Atalanta ahuyenta a sus pretendientes con un reto despiadado: nadie la podrá poseer si no es vencida en la carrera; de este modo, el más veloz obtendrá las delicias del tálamo, pero el más lento, la muerte. Aunque su regla es implacable, tal es la atracción que ejerce su belleza sobre los hombres que a menudo tiene un tropel de pretendientes que acaban traspasados por sus flechas. Una vez, entre ellos se encuentra como espectador el joven Hipómenes, que la observa atentamente correr con su pálida espalda al aire y su largo cabello al viento. Hipómenes se enamora de ella, y sin pensarlo más, la reta. Pero antes de la carrera, suplica a Afrodita que le conceda un don para vencer en la prueba; y como al decidido le ayudan los dioses, Afrodita le concede tres manzanas de oro que ha traído del jardín de las Hespérides. Cuando empiezan a correr y Atalanta consigue una fácil ventaja sobre su pretendiente, Hipómenes le arroja el primero de sus valiosos frutos. Sorprendida, la doncella descuida unos momentos la carrera y se detiene un instante para recogerla. Pero, poco después, vuelve a dejarle a sus espaldas, y éste arroja de nuevo al suelo otra de sus manzanas doradas. Atalanta la ve caer, y otra vez se gira para tomar entre sus pálidos dedos la fruta que resplandece en la arena. Cuando ya sólo queda el último tramo y el público anima con voces a cada uno de los corredores, Hipómenes lanza su última manzana. Atalanta duda un momento si detenerse, pero Afrodita la induce a hacerlo, y gracias a ello pierde la carrera, o quizá se deja ganar porque también se ha enamorado de Hipómenes. Más tarde, encuentran en el bosque un templo consagrado a Zeus (otros dicen que dedicado a Cibeles). Afrodita los impulsa a entrar, disgustada como está por no haber sido honrada con sacrificios por su valiosa ayuda. Los amantes entran en el templo y sacian su amor. Y Zeus, según dicen, (o acaso la misma Cibeles) los transforma en león y leona por haber profanado el templo. Algunas imágenes posteriores los representan tirando del carro de Cibeles.

Jacobo Siruela, que ha vendido la Editorial Siruela y probablemente con ello las ediciones tan cuidadas, por suerte inicia otro proyecto editorial, Atalanta , que seguro nos depara muchas sorpresas y ediciones igualmente cuidadas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tres manzanas de oro no compensan los placeres del tálamo...¿Quién gana? ¿Quién pierde? ...