domingo, diciembre 06, 2015

EL VIAJE

Muchas cosas han pasado en estos dos años, muy largos y al tiempo muy cortos.
"Es el gozar, no el poseer, lo que nos hace felices", sugería agudamente Montaigne, y en esa estámos, aprendiendo a no poseer a soltar lastre, en entender la carga ilusoria de la posesión y sus múltiples efectos destructivos. Ahora persigo la dignitas hominis, el amor y la verdad. ¿Acaso la dignitas hominis puede realmente medirse según el criterio de las riquezas poseídas?
Mis padres Antonio y Teresa me han demostrado que no. Jamás perdieron su dignidad.
Os transcribo el prólogo de el ECLESIASTÉS: Todo es vanidad en el mundo. Dice Cohelet: Vanidad de vanidades, todo es vanidad. ¿Qué provecho queda al hombre de todo el trabajo con que se afana bajo el sol?
Una generación pasa, y otra generación viene, y la tierra subsiste siempre. Y sale el sol, y ponese el sol, y se apresura a su lugar, donde vuelve a salir. Va el viento al Mediodía y luego gira hacia el Norte, y gira, gira, y retorna sobre su recorrido el viento. Todos los ríos van al mar, y la mar no se llena; al lugar donde van los ríos, allí mismo vuelven a ir. Todas las cosas son fatigosas más que el hombre puede decir; no se sacia el ojo de ver, ni el oído se harta de oír. Lo que fue, eso mismo es lo que será, y lo que se hizo, eso mismo es lo que se hará; no hay nada nuevo bajo el sol. Si hay una cosa de la que dicen: "Mira, esto es nuevo", esa cosa existió ya en los siglos que nos precedieron. No hay recuerdo de las cosas pasadas; ni de las que serán en el futuro tampoco habrá recuerdo entre los que serán después.


Dedicado a mi madre -el dolor que me produce su ausencia se ve solamente aliviado por los recuerdos (imperfectamente codificados) que conservo de ella en mi memoria.
(Préstamo de Vlatko Vedral)

No hay comentarios: