lunes, febrero 13, 2006

Recuperando viejos escritos

Hoy son visperas de nochebuena. Miro por la ventana y observo el frenesí consumista que se respira. Gentes que suben, gentes que bajan, gentes que entran en los comercios, gentes que salen, gentes que portan bolsas con mil y un reclamos publicitarios, gentes que se saludan con banalidad, con afectación, gentes que siguen la corriente, comerciantes que insisten..., pieles con piernas. En medio de toda esa algarabía, de todo ese despropósito, aparece un personaje empujando un carrito con dos contenedores; arrastra el carrito con la serenidad del que tiene que hacer una labor irrealizable. Se asoma a una papelera, vuelve al carro, levanta una tapadera y coge unos guantes; se los coloca con el ceremonial de un cirujano, con la precisión de un técnico de laboratorio; coge la bolsa de la papelera, la vacia en su carrito portador de todos los detritus de la sociedad de consumo, vuelve a colocar la bolsa en la papelera y continua su camino.
Este es el verdadero espíritu de la navidad, gentes de carne y hueso, gentes que inspiran una gran piedad.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me alegra ser testigo de tus reencuentros, plasmados en esas acuarelas rápidas sobre la vida que pasa que, como sabes, son tan de mi agrado. Pero para que no te envanezcas, un pero: descuidaste la edición, debías haber depurado los márgenes negros del manuscrito. Aún así: bravo, bravo (pronúnciese en romano y entre admiraciones cerradas).

microMegas dijo...

Muy acertado tu pero y en breve rectifico. En cuanto al envanecimiento, eres el único culpable. No, en serio, gracias por estar ahí. Un beso.