sábado, diciembre 19, 2015

LA TABLA DE PITÁGORAS

     Hoy son vísperas de las elecciones, ese día en que todos acaban por creer que yendo y depositando un voto algo va a cambiar.
     A veces llego a creer en hasta seis cosas imposibles antes del desayuno, pero que algo va a cambiar con cualquiera de los grupos que se presentan a las elecciones con el contubernio de los periódicos, sencillamente no.
     Orwell anticipó que las corporaciones convertirían la izquierda y derecha en franquicias de control social. Hoy el que no vota es un inadaptado, un anarquista, un radical.
     Radical, una palabra a la que han conseguido quitar su significado. Radical según la DRAE (Real Academia Española) es aquella persona que quiere cambios drásticos -y subrayo- por vía democrática 
     Hay una cosa que nos debe quedar clara y la filosofía avisa (motivo suficiente para que la hayan sacado del plan de estudio del sistema educativo), que lo importante no es el coche oficial de los políticos, sino que el Estado gobierne para los mercados.
     Una definición muy acertada de Leonardo da Jandra de los partidos políticos es que son una conspiración de minorías que parasitan de las mayorías trabajadoras.
     Nuestros sueños ya no nos pertenecen, nuestros sueños son los sueños de las corporaciones que han conseguido implantarlos en la sociedad, en nuestras mentes y creamos que son nuestros.
     En un pequeño libro "Sobre la desobediencia y otros ensayos" Erich Fromm describe cómo las naciones técnicamente avanzadas han logrado un nuevo tipo de individuo -el homo consumens- ,  un lactante eterno consagrado a la posesión y al consumo, pero solitario, aburrido y ansioso.
     Termino con otra cita ( y me doy cuenta que escribo en citas), de un artículo de Julio Camba y que ha dado título a este escrito:"Hay un libro muy interesante del profesor Pitkins, The Twilight of the Americano Mind, donde se sostiene la tesis de que si América quiere seguir adelante (sirve para cualquier nación), tiene que reducir su porcentaje de hombres inteligentes al uno por mil. Con ciento veinte mil o con ciento treinta mil hombres inteligentes -dice Pitkins, en resumen- tenemos bastante. Los demás nos estorban"
     Sinceramente, creo que la única forma de cambiar algo, es la abstención.

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